Suburbios Vampíricos (Parte 5)

¿Alguna vez te imaginaste que dirían las estrellas si pudieran hablar? Pues ahora lo averiguarás.

Siete ángeles lideraron la primera rebelión contra Dios. De esos siete, Lucifer es el Señor de los bajos mundos, y, después del Unheil, del mundo de los mortales. Cada uno de los siete poderes representa a uno de los siete pecados capitales. Y para quien tenga la duda, el puesto de uno de los siete poderes no se gana, se defiende. No hay eternidad en los cargos.

Mefistófeles trabajaba directamente para Lucifer, es su mensajero y buscador de almas, y quien llevó al mito de Fausto a la boca de los mortales. Siempre elegante, orgulloso e impecable, su figura inspira temor y desprecio. Su cercanía al ángel más bello creado por Dios, lo convirtió en la primera estrella caída.

En algún lado, entre Júpiter y Saturno, una estrella en particular destella sobre el oscuro vacío.
- ¡La orden de los siete poderes está a punto de comenzar!- exclamó la estrella estremeciendo el silencio.
Otra estrella surge del vacío resplandeciendo fuertemente.
- ¡Demos la bienvenida al Glorioso Señor de los ejércitos infernales y antiguo miembro de los grigori. "Y otro error más de la creación, en mi opinión"- pensó Mefistófeles después de anunciar a uno de los grandes poderes, quien representa la ira.
Otra estrella resurge de la nada.
- Demos la bienvenida a la reina de los viles deseos, Lilith. Estrella de la lujuria. Sus hijos que otrora se escondían en las penumbras, ahora pueblan el mundo. Y ese es, uno de los puntos de nuestra reunión que discutiremos en breve.
Una tras otra, varias estrellas iban apareciendo.
- ¿Siempre tienes que hacer esto cada vez que nos reunimos, Mefistos? -preguntó con ironía una voz- ¿Que te parece si olvidamos la cháchara protocolar y nos presentamos nosotros mismos? Así podemos acelerar el paso.- exclamó de forma pedante y humillador.
- Mefistófeles detestaba los siete poderes, muy pocos osaban hablarle de ese modo. "Insolente" pensó.
- Creo que me doy la bienvenida yo mismo- repitió la voz anterior- Soy Astaroth, angel caído de las matemáticas, la razón, la ciencia, las artes y, tengo gusto por los caminos fáciles.
Astaroth representaba la pereza.
- Mi hambre es insaciable- suena una grave y desesperante- y fui adorado como un Dios por los antiguos. Mis enemigos me llaman el Señor de las Moscas como un burdo intento de molestarme... pero en realidad lo disfruto. Soy Belcebú.
Este demonio representaba la gula.
Para Mefistófeles, era irónico que este ser tan grotesco, era el único que se comportaba bajo los estándares.
- No seas tan obvio, Mefistos- otra nueva voz resonó con pena-. Nosotros sabemos que no te agradamos... nos desprecias. Yo soy Belial, Príncipe de los Infiernos, y tengo bajo mi mando a 8 legiones de demonios. Eventualmente... mi nombre será el que retumbará los espacios...
Belial representa al pecado de la envidia.
- "Sólo falta un insoportable más".
- Seré el próximo Rey de todos los mundos, dueño de la verdad y la luz, de las riquezas y poderes. Me conocían como el hijo del diablo. Me llaman Mammon.
Y por último, el demonio representante de la avaricia.
- Ya nos presentamos -intervino Mefistófeles-. Como bien saben, yo represento al Señor de los Señores, al angel caído más hermoso, vencedor de las guerras celestiales, y portador de la luz, nuestro estimado Lucifer. Poder del orgullo.
El señor de las tinieblas rara vez se presenta personalmente, y envía a su mensajero más confiable: Mefistófeles. ¿La razón? Si dios obra a través de sus ángeles, Lucifer también haría lo mismo. Esto hacía de Mefistófeles el angel caído más temido de los infiernos. Y toda palabra pronunciada por él, era considerada la palabra del Señor del Infierno. Los únicos que se atrevían a desafiarlo, eran los demonios de los siete poderes. Razón por la que los detestaba.
- Desde hacía mucho tiempo no se reunían los siete poderes -lamentó Mefistófeles dentro de sí. Incluso los representantes ni siquiera eran los mismos de la última vez-, y venimos a discutir un asunto de gran importancia...
- Dinos de una vez por todas, ¿Para qué fuimos convocados?- preguntó Belcebú con impaciencia.
- Hay una amenaza que cae sobre nosotros y el mundo que hemos construído. Nuestro Señor y nosotros, que hemos rotos las cadenas que nos ataban a los designios del creador. Somos libertadores, y hemos de llevarla a todos los rincones de la creación Nosotros, ángeles caídos, se nos expulsó porque intentamos obrar con independencia. Incluso este Dios que se hace llamar Dios del amor, nos prohibía amar. Aquí podemos ver a Azazel, antiguo ángel guardián de los seres quien, pasó tanto con humanos, que se "encariñó" demasiado con una de ellas. Lilith, la primera mujer de la creación, como se rehusaba atarse a los deseos de Adán, fue expulsada del paraíso. Nuestro guía y señor, Lucifer, se hartó de este maltrato al ser humano. Nuestro señor es el portador de la luz, ofreció el fruto del conocimiento del bien y el mal a los primeros, y los humanos ganaron consciencia sobre ellos mismos. Pero Dios no pudo tolerar que su creación estuviera libre de sus deseos, y por lo tanto, los expulsó de su pequeño club campestre. A nosotros, ángeles caídos, se nos expulsó por poner como centro la felicidad y progreso del hombre, de alejarlo de la ignorancia y mostrarle el camino a lo excelso, en vez de girar en torno al egocéntrico Dios. Le enseñamos ideas, le trajimos instrumentos, herramientas, le mostramos la sabiduría del universo, y por eso, somos y fuimos castigados...
- ¿A que se debe todo este discurso? -preguntó en tono burlón Astaroth- Es algo que todos los presentes sabemos muy bien...
- Pero hay un presente que quiero que los escuche muy bien -respondió Mefistófeles-. ¡Sal a luz!- esgrimió con fuerza.
Otra estrella surge del negro vacío.
Sólo Azazel y Belial lo habían percibido antes, pero prefirieron no actuar.
- En realidad -anunció la nueva voz- esta reunión la he programado yo.
- Dinos que quieres, Arcángel Rafael.
"Sabía que algo no me gustaba"- Pensó Azazel.
- Mi deseo -explicó el arcángel-, es advertirles de que tenemos información de que hay una conspiración llevándose a cabo en el mundo mortal. No precisamos quienes, ni cómo, ni cuando. Pero se está llevando a cabo.
- Siempre es bienvenida las informaciones que informan su falta de información- espetó Astaroth burlándose de lo que acaba de escuchar.

Balcán es el país más grande del globo. Sin embargo, por su gran extensión, lo hace también el más inhabitado. Rodeado de agua, es el único país que se encuentra separado del Gran Continente. Sin embargo, su gran extensión y cercanía lo hacía tener un fácil acceso maritimo hacia las otras dos naciones, Babya y Burkina. Todos en el planeta hablan el mismo idioma, y todo se entienden fácilmente. A pesar de ello, Balcán era particularmente muy diferente de los otros. Su estructura política y económica no sería ella, ya que todos se organizaban de maneras similares, y cada país era auto-suficiente o autárquico. Lo resaltable de Balcán sería la persistente segregación entre los Uren y los Ariadnes. Los Uren, como toda raza impura, son más numerosos. Empero, no tienen participación en la vida política, económica y social. Toda la represión e injusticia en contra de los Uren serían una olla de presión que finalmente estallaría en contra del orden social imperante en el país.

Sherezade vivía en Balcán, era hija de un Uren y una Ariadne. Su padre sería un vampiro que su madre había conocido muchas centurias atrás y nunca volvió a ver. Un día después de cerrar la conversación con Elric, Sherezade experimentaría de primera mano como se sobrevive a una explosión social.

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