Piratas y Corsés (Parte 1)

Esta es una historia ficticia basada en personajes reales y hechos históricos . Los personajes narrados en verdad existieron, pero me he inventado todos los diálogos y algunos detalles para hacerlo más entretenido jeje, aún así intento mantenerme lo más fiel posible a la parte histórica. Esta es la primera parte de la historia. Por aquí se puede encontrar el resto de las historias.

Para noviembre de 1720, un buque desconocido había arribado a un puerto de Jamaica. Era un buque viejo, algo maltratado, y sin pabellón. ¿Quien sabe que hacía la tripulación con ese buque? Llamaba mucho la atención en el puerto, sobre todo a los guardias del puerto. Era un buque grande, que a pesar de no tener la belleza que tenía en otros tiempos, de algún modo inspiraba respetos.

Con gran desconfianza, se acerca el capitán del puerto al desconocido buque. Mira de reojos a la tripulación que se asomaba por la borda con miradas que -como dicen por ahí- "matan".
- ¿Qué desean?- preguntó el capitán del puerto.
- Queremos comida, víveres, agua... Tan pronto tengamos eso seguiremos nuestro camino.- respondió una voz que el capitán de puerto no alcanzó a ver quien era.
- ¿Quien es el capitán del buque?- volvió a lanzar otra pregunta.
- Jack Rackham es el capitán de este buque.- gritó un hombre desde la borda.
- ¿Y quien de ustedes es ese?
- ¿Quien más? ¿No es obvio? -respondió el mismo hombre desde la borda- Pues es el hombre más guapo en todo el buque.
La respuesta del capitán Rackham causó mucha gracia en la tripulación.

Los rumores corrieron por todo el pueblo. ¡Había llegado Calicó! Aquel famoso pirata del Caribe que llamaron así por su extraña costumbre de llevar ropa interior de seda. De hecho, en él se inspiraría el personaje Jack Sparrow de los Piratas del Caribe, y entre algunos otros antihéroes. Era un hombre arrogante y de actitud ordinaria a simple vista, pero de buen porte e inteligencia, que inspiraba respeto entre sus hombres. Ocultaba dentro de sí sus inseguridades, porque dentro de un buque lleno de hombre rapaces, la inseguridad es signo de debilidad, y la debilidad te puede costar la cabeza.

Rachkam era un hombre muy buscado. Inclusive el mismo gobernador de Jamaica, Nicholas Lawes, un hombre decidido a combatir la piratería, había ordenado una orden de captura en su contra, y envió a un joven y prominente oficial de marina, Jonathan Barnet, a lograr dicha empresa.

Mientras el buque de Rackham se aprovisionaba en el puerto, se aproximó un navío real. ¿Quien podría haber adivinado que ahí estaría Jonathan Barnet? Al llegar a puerto y enterarse que su apreciada presa estaba donde menos lo esperaba, Barnet no pierde un segundo, toma un grupo de soldados y va en su búsqueda.
- "Soy Jonathan Barnet, capitán de la marina real a los servicios del Rey Jorge I y del gobernador de Jamaica, Nicholas Lawes" -espetó el joven oficial al buque sin pabellón-. "Exijo que se identifiquen".
- ¿Otra vez con esto?- pensó dentro de sí Rackham.
- Soy el capitán Jack Rackham y esta es mi tripulación. Sólo queremos aprovisionamientos, y partiremos a nuestro camino.
Barnet no podía creer lo que escuchaba. Había buscado a este hombre durante meses, un hombre bastante escurridizo, y ahora lo tenía enfrente de sí, charlando con él.
- Señor Rackham, a usted y su tripulación se les acusa de piratería. Le coloco bajo arresto y le exijo depongan sus armas, el buque y se entreguen.
Rackham no pudo hacer más que dar una sonrisa. Voltea hacia su tripulación y pregunta: "¿Y ustedes que opinan?".
Esa frase era un código en clave que en realidad quiere decir: "¡Ízen la bandera y prepárense para luchar!". La famosa bandera pirata, de fondo negro, con una calavera y dos tibias cruzadas como si fueran sables, rápidamente se levantó por el mástil del buque. Los piratas estaban muy bien preparados para este escenario. Un cuchillo volaría inmediatamente por los aires acertando a un soldado de la marina real que se encontraba justo al lado de Barnet. Así fue como comenzó la lucha.

El combate fue encarnizado, pero era una lucha que los piratas no podían ganar frente a una marina bien preparada. Los soldados ingleses lograron rendir a los piratas. Todos ellos se hicieron prisioneros y entregados a el tribunal de Santiago de la Vega, capital de la gobernación. Pero algo que sorprendería, no sólo a los jueces, sino también a la misma tripulación y al pueblo de Santiago, era que ¡Dos de los piratas eran mujeres!... Se llamaban Anne Bonny y Mary Read, acusadas de ser tan salvajes y crueles como los hombres, y a pesar de ello, salvadas de ser ahorcadas por su condición de mujer. Así es como empezaré a contar la historia de ellas...

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