¿Qué alegría ya es viernes?


"¡Qué alegría ya es viernes!", es una de tantas tristes alegrías de un trabajador o estudiante. Como no nos podemos escapar de la dura realidad que nos imponen, nos alegramos de poder escapar de ella los fines de semana, al menos para quien tiene la suerte de no trabajar los fines de semana.

Después de 3 largos años sin empleo, he conseguido trabajo en el gobierno; cosa que hubiera preferido evitar, pero que no me queda de otra. Necesito tanto la plata como la experiencia, ambas con la misma importancia. Dicen que "el trabajo dignifica", pero la realidad es que "el trabajo embrutece", y así siento que terminaré si no escapo pronto de ello. Eso de estar realizando las mismas tareas todo el tiempo, cumpliendo los caprichos de otro, aprendiendo y memorizando datos que son inútiles fuera del área de trabajo, todo eso es la destrucción del individualismo -como diría Oscar Wilde- o la alienación de la clase proletaria -como diría un marxista-.

Conozco gente mayor que dice con orgullo sus décadas trabajando en un mismo lugar y haberse ganado su jubilación. Eso sólo lo veo como algo triste y conformista. Incluso el mismo padre del liberalismo, Adam Smith, habló de lo alienante que puede ser el trabajo: "El hombre que se pasa la vida efectuando unas cuantas operaciones simples, no tiene ocasión de ejercer su entendimiento. Por lo general se vuelve tan estúpido e ignorante como es posible que una criatura humana llegue a serlo". ¿Qué ganas va a tener uno de leer un libro después de un aproximado de 12 horas que le dedicamos al día al trabajo? ¿12 horas? ¿No son 8? ¡Noo! Porque las horas de preparar el almuerzo, el desayuno, de transportarse de ida y vuelta, de almorzar, son también horas que dedicamos, del que se supone que es nuestro tiempo libre, al trabajo. Como verán, el trabajo es la ironía de tener que perder la vida para poder sobrevivir.

El trabajo, palabra proveniente de tripaliare (tres palos) en latín, que era una antiguo método de tortura romano donde se amarraba a una persona a 3 palos y se le azotaba, es un recordatorio de que el trabajo es algo que a uno le obligan a hacer, no es algo que uno está obligado hacer (porque uno mismo no se auto-obliga a tortura, son las reglas, ideas y personas que nos rodean las que nos obligan a ello).

Así como Dios y el Estado, el trabajo debe ser abolido, no debería existir más. Lo que se debe promover es el voluntarismo y la mecanización/automatización de algunos trabajos: que aquellos que disfrutan haciendo algo que lo hagan sin retribución económica y aquellas cosas que nadie quiere hacer, en muchos casos se dispone de la tecnología para resolverlo, por decir un ejemplo, un lavaplatos automático. ¿Es acaso esto una locura? Locura es lo que ya estamos viviendo.

¿Qué alegría ya es viernes? ¡Que las alegrías sean todos los días!

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